La forma en que una persona conduzca su vida matrimonial puede ser determinante para el destino de su alma.
El salón de reuniones de la iglesia está decorado hermosamente con palmas plantadas en macetas. Arden las velas en los candelabros. En la media luz, el público de personas allegadas escucha y observa con toda atención y reverencia. La joven pareja, vestida con más cuidado y arreglo que el de costumbre, está de pie ante el predicador. En este momento de mayor emoción, en la cúspide de sus vidas, se les hace la pregunta: “¿Toma usted a la mujer, cuya mano tiene en la suya, para ser su esposa y vivir en unión de ella de acuerdo con las ordenanzas de Dios en el santo estado del matrimonio? ¿Promete amarla, cuidarla, honrarla y guardarla en enfermedad y salud y, renunciando a lo demás, dedicarse solamente a ella mientras ambos vivan?”.
Es entonces cuando el novio contesta: “SI”. Luego se hace la misma pregunta a la novia, que a su vez contesta: “SI”. Luego se pide al novio que repita con el ministro el siguiente voto: “Yo te tomo a ti para ser mi esposa, para tenerte y guardarte desde este día, para bien o para mal, en riqueza o pobreza, enfermedad o salud para amarte, quererte, hasta que la muerte nos separe, conforme a la santa ordenanza de Dios; en prueba de lo cual te empeño mi palabra”. Unos momentos después, la joven repite el mismo voto. Esta pareja ha prometido amarse mutuamente para toda la vida. El predicador los declara marido y mujer.
UN CONTRATO CON DIOS
En este solemne instante de sus vidas, el hombre y la mujer han hecho un pacto entre sí, pero no se trata únicamente de esto. El matrimonio es un lazo indisoluble que debe durar mientras ambos contrayentes vivan. Los votos matrimoniales son indestruc tibies, no sólo porque constituyen un serio compromiso entre dos determina das personas sino también porque es un compromiso que se extiende ante Dios. El matrimonio se originó en la mente divina para el bien y felicidad del hombre. Por lo tanto, debe llevarse delante de acuerdo con el plan ordenado por Dios. Este plan es dicho en pocas palabras: “Un hombre para una mujer, por toda la vida”.
En este solemne instante de sus vidas, el hombre y la mujer han hecho un pacto entre sí, pero no se trata únicamente de esto. El matrimonio es un lazo indisoluble que debe durar mientras ambos contrayentes vivan. Los votos matrimoniales son indestruc tibies, no sólo porque constituyen un serio compromiso entre dos determina das personas sino también porque es un compromiso que se extiende ante Dios. El matrimonio se originó en la mente divina para el bien y felicidad del hombre. Por lo tanto, debe llevarse delante de acuerdo con el plan ordenado por Dios. Este plan es dicho en pocas palabras: “Un hombre para una mujer, por toda la vida”.
LOS PASAJES BIBLICOS
En el capítulo segundo del primer libro de la Biblia leemos que dijo Adán: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2: 23-24).
En el capítulo segundo del primer libro de la Biblia leemos que dijo Adán: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2: 23-24).
Muchos siglos más tarde, Cristo se refirió a estas palabras atribuyendo las a Dios quien evidentemente había guiado a Adán a expresarse así: “El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.” (Mateo 19: 4-6,9).
LA APLICACION PARA NOSOTROS
En estos tiempos en que el divorcio se ha convertido en una fórmula fácil y respetable, los cristianos debemos recordar que:
* La única forma honorable para que un matrimonio termine es con la muerte de uno de los contrayentes.
* Cuando el matrimonio termina con el divorcio, al menos uno de los contrayentes es condenado a los ojos de Dios.
* El matrimonio para toda la vida fue hecho con el fin de que la humanidad sea más buena y más feliz, y toda distorsión del plan divino trae como consecuencia la infelicidad y el sufrimiento de quienes violan ese plan quedando especialmente los niños como víctimas de ese proceder.
* El hecho de que el divorcio esté legalizado por las leyes del hombre, esto no lo convierte en legalizado ante Dios.
En estos tiempos en que el divorcio se ha convertido en una fórmula fácil y respetable, los cristianos debemos recordar que:
* La única forma honorable para que un matrimonio termine es con la muerte de uno de los contrayentes.
* Cuando el matrimonio termina con el divorcio, al menos uno de los contrayentes es condenado a los ojos de Dios.
* El matrimonio para toda la vida fue hecho con el fin de que la humanidad sea más buena y más feliz, y toda distorsión del plan divino trae como consecuencia la infelicidad y el sufrimiento de quienes violan ese plan quedando especialmente los niños como víctimas de ese proceder.
* El hecho de que el divorcio esté legalizado por las leyes del hombre, esto no lo convierte en legalizado ante Dios.
* Dado que el matrimonio tiene un significado tan profundo, no debe contraerse en forma precipitada o superficial, sino que solamente deberá llegarse a él después de cuidadosa consideración y mucha oración.
* Que la forma en que una persona conduzca su vida matrimonial puede ser determinante del destino de su alma.
* Que la forma en que una persona conduzca su vida matrimonial puede ser determinante del destino de su alma.
- Batsell Barrett Baxter, 20th Century Christian