Nuestra vida y nuestros deseos

Nuestra vida es motivada por lo que deseamos de ella. Hay quien desea fama, y lucha por alcanzarla y de acuerdo a su ambición así es el grado de riesgos que tomará la persona para alcanzar su propósito. Ejemplo de esto lo vemos a diario con los chismes de farándula que se comentan hasta como parte de los noticieros.
Pero considerando el pueblo en general, no todos desean ser famosos, hay quien tiene otro tipo de motivación, hay quienes buscan la paz, otros el dinero, otros superarse en el trabajo o profesión, otros cultura, otros el ser aceptados, otros el construir un hogar, otros amor, otros salud, y así la lista es interminable.
Pero no importa cuál sea la motivación que impulse tu vida, una cosa es importante, que cada persona tiene que conocerse lo suficiente para descubrir esa motivación; y luego analizar su alrededor para estudiar cómo lograrla de manera satisfactoria y duradera.
Es mi opinión que todo ser humano debe buscar una mejor relación con Dios, para que desde esa plataforma poder alcanzar sus deseos. Así, que el que busca una mejor relación con Dios, necesita examinar sus hábitos. En ocasiones buenas personas tienen malos hábitos y no se dan cuenta. Y es esa “relación con Dios” la que afecta todas las otras metas que desees alcanzar en tu vida. Aun aquellos que se llaman ‘agnósticos’, tienen esa idea de Dios, y se relacionan con ella. Porque la revelación de Dios, se halla en todas partes y puede ser percibida por todo aquel que la busca. “Aun la naturaleza habla de Dios”.
Así que diremos por ejemplo, si la persona desea aumentar su círculo de amistades, pero es inconscientemente egoísta y malhumorada, no importa cuánto luche por conseguir amigos, no le duraran mucho tiempo, y siempre estará en ese círculo sin fin a causa de su mal humor. Pero una buena relación con Dios le ayudaría a la persona a considerar a los demás y amarlos como a sí mismo, ya que es la base de los mandamientos: “Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti miso.” La persona con una relación con Dios saludable, entonces, será generosa, amable y en realidad muy placentera, teniendo facilidad para crear un círculo de amigos igual de agradables y placenteros.
No importa lo balanceado o feliz que sea una persona, su vida siempre está centrada en los deseos de la persona; y la relación con Dios es de tal influencia y magnitud que logra afectar todas las facetas del ser humano. El que busca paz, la encuentra cuando tiene una relación diaria con Dios porque tiene la confianza de que El cuida de él. Nada ni nadie puede cambiar esa verdad y este deseo realizado en el centro de la vida de esa persona.
Una vez que entendemos que nuestra vida da vuelta alrededor de nuestros deseos, esta realidad nos obliga a considerar con cautela lo que deseamos. ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Cuál es el propósito que Dios, o yo deseo que tenga mi vida? ¿Es mi propósito el mismo que yo percibo que Dios tiene para mí? Porque si Ud., no sabe cuál es el propósito que Dios tiene para Ud., yo le aconsejo que se siente y medite qué le gustaría lograr en su vida; para lo que es bueno, qué hace, qué le causa alegría hacer, cuál es su “don” por así decirlo; y posiblemente no esté muy lejos de la realidad de la voluntad de Dios para Ud.
Lo importante es que no llegue el día de su partida de esta vida, y encuentre que no haya hecho nada para marcar su vida de significado.

Silvia
Por

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